Érase una vez una familia que decía que su casa estaba encantada. En la casa imaginaban fantasmas de sus antepasados. Al acostarse por la noche oían voces y ruidos, eran voces y ruidos siniestros. Les daba mucho miedo. Estaban tan asustados que pusieron la casa en venta, pero nadie la quería comprar. Pasados dos años descubrieron que no había fantasmas, que eran sus vecinos que salían al cementerio. Al fin y al cabo no había fantasmas y se quedaron muy bien y satisfechos. No vendieron la casa y vivieron felices y tranquilos toda la vida.
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