Curso: 4º C
Era un día caluroso en Osojane, una ciudad de Kósovo, cuando un niño albanés de ocho años se acercó a mi vehículo diciendo: “Españolo karamela”. Yo le enseñé un flan y me contestó: “ no me gusta”. Al ver que yo cogía uno, lo abría, lo ponía sobre mi boca y rompía el pitorro inferior del envase y caía el flan en mi boca, él dijo ilusionado: “¡yo quiero!. Repetí esta acción sobre su boca, casi se atraganta y el caramelo resbalaba por sus mejillas. Nunca podré olvidar la cara de felicidad de aquel niño.
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